Biografía
Luz en los ojos. Cacé muchos veranos abejas obreras. Entre dos vasos, como una gata en acecho, las esperaba entre jazmines diminutos. Ellas bebían la miel, yo bebía mi sed de conquista, de tener un prisionero. Sentirlo vibrar y sufrir bajo mis manos. Era una diosa niña. Siempre observé las cosas más pequeñas, las que nadie nombra y descubrí mil mundos. Me hice de tierra con la tierra que tocaba y muté en mil colores y formas, profané mi cuerpo con cada ser, en cada carne.
Crecer fue tarea de todos y olvidé por breves instantes-sueños de luz-los mundos diminutos, me hice diosa de otros dominios, hubo otras bocas que alabaron mi nombre en el silencio absoluto de la biblioteca. Leí para ver lo que otros señalaban como una ruina, un lugar sin nombre donde encontré sin embargo un nombre para nombrar todas las cosas.
Me casé con la poesía cuando oí que su voz me nombraba, hacía un lecho con las palabras y me invitaba a reposar el cuerpo cansado de búsqueda. La poesía era un rumor que había encontrado en la tierra y ahora el rumor era voz y pronto eco grave. Escribí largas noches los sueños de las niñas que aúllan su soledad en el cuerpo. Las palabras se enroscaron como hiedras diminutas al monumento de mi carne.
Luego hice de mí estudio, otros no entendían las palabras, me llamaban hechicera a mí y a los que rumiaban ecos viejos. Y pronto encontré a mi manada. Loba preñada de palabras y una triste soledad, hallé un rumbo.
Ahora danzamos las hechiceras, las niñas diosas enjoyadas de coral y grandes huevos dorados entre las manos, susurrando palabras suaves que flotan como nubes y se elevan o se hunden, según sea su destino.