Infierno

Las calles son como lenguas eternas. Vacías y calientes. No hay sombras. El calor es la luz de todos los cuerpos. El aire es melaza. Los pájaros apenas se sostienen. Aquí solo reinan los pequeños reptiles. Su sangre se alimenta del calor. El resto de las bestias, respiran en silencio. El rito sagrado de la exhalación. Porque cada bocanada de aire es fuego.  Porque cada musculo tensado es perdón. La tierra, tumba abierta de huesos. La fruta, carne de persignación.

El mármol de los huesos y el cuero

Bendicen al pie del árbol

El otoño que cae lento

Como una lluvia fina

Sobre la sombra de la carne

Esta bestia que yace

Fue una vez

Hombre o venado

Los pelos y los huesos

Son espejo de lo tierra y nada más

Somos  corderos del tiempo

No existe una pausa entre el latido

Y la inmovilidad del músculo.

El horizonte se recorta lejos

Porque termina en la mirada

De cada hombre

De cada ave que se baña en el cielo.

Las raíces que hieren la tierra

Crecen hasta la piedra

Y luego secan sus venas

Son memoria de la luz

Cada cuerpo carga su carne

Sus vástagos

Sus sombras

La muerte es múltiple

Mueren la piel y la sangre

Mueren los ojos y la boca

Cesa el color y la tibieza

Cae el silencio del cuerpo

Existe el final

La disolución

Que se suspende en la tierra

Se congela con el frío del recuerdo

Es el eco del agua que cae por siempre

Es la sombra luego de la luz

El hueso enterrado en el cuerpo

El calor de la carne luego de la muerte.

Como el árbol de otoño

Llevo mi frente sin nombre

No até mi cuello al yugo del tiempo

Dejé el vientre limpio

Para los lagartos

Que estiran sus cuerpos alrededor del mío

Me pregunto si estoy sola

No hay una espera más íntima

No existe el espacio infinito de tu recuerdo

O mi lamento

Como una liebre huérfana

Hay una insinuación entre los párpados

De huir hacia la luz

Hacer más leve el roce de la culpa

Son las manos del invierno entre los muslos

No hay un solo recuerdo sin rechinar los dientes

La cabeza inclinada para esperar el santo azote

Esa era la misa de los días

La misericordia de la carne

amar la carne

Besarnos el cuerpo

limpio de ropas

Desatar un infierno en el silencio del goce

No hubo nunca fuego más suave y tibio

Casi un hielo entre la lengua y la esperanza de la memoria

Pero debajo del cuerpo que cae y hiere

siempre hay una huella

La marca del peso

La resistencia de la piel que se estira

Como un cordero sin sol  me ofrecí para el sacrificio

Besando mi  cuello hundieron las uñas

Hasta donde la sangre rabiosa se libra de las venas

Y me dormí en el mármol frío

Donde las luces nuevas señalan el fin de la tarde

La sal en la carne de la bestia: hay silencios de agua. En la noche apretada del verano, el buey es una roca del tiempo. La cizaña se alza encima de los pies del polvo. Caen duros los cuerpos de fruta. La miel se pudre en los ojos del monte húmedo. Sombra recortada del pino sobre los hombros de una niña quieta. Las bestias sin voz esconden el lomo en la hierba. El cielo, fosa oscura, se traga la huella de la carne en la tierra.

Liebre carne de mango. Agua honda sin nombre a los pies de los brazos.

Animal suave de blandura, camino vacío sin luz.

Mano quebrada recorre su surco en el agua como ave perdida de horizonte.

Sol ahogado de tierra debajo del monte. Como cría de ganado sin teta, de vientre seco el sol sin leche.

Bestia alta, ceniza hecha de polvo.

Suave el viento lleva como el agua, hojas en silencio.

Sostener el aire dentro. Apretar el pulmón de sombra. Ruedas de agua sobre el camino de los pies. Ojos de venado. Boca sin luz. Disección de un cuerpo seco, verde como sombra del monte. Silencios de las manos apilados en las llagas. Corazón ausencia intermitente. El charco un cielo, el cielo un barro sin forma. Como bestia sin amo, sin cría, recorrer el borde propio de los labios.

Sin memoria huésped de tierra yerma. Ocaso ancla de los días. Raíz sin tierra, desasida ceniza del fuego. Con los ojos hacia atrás. Hacia el camino atrás. Sin andar por la tierra. Decir sin el fracaso del recuerdo. Como gota sin cuerpo, desterrarse del verbo.

Buey blanco bebe sus pies en la arena

como un monte de carne blanda su lomo de roca

la cabeza erguida, un precipicio de horizonte ajado

lame la bestia heridas del cuero seco,

los ojos secos

sin brillo la lengua rosa

La bestia como montaña de nieve se hace silencio

recuesta pesado el cuerpo y la tierra no tiembla

Animal oscuro, profundo como el agua sin nombre

como el eco olvidado de viento negro

Cuello de bestia muda, blanco sobre la tierra

solo debajo del cielo

Paraiso la huella seca del cuerpo dormido

el cuero para sacrificio del hombre

carne y grasa, fuego de dioses

cada estrella blanca que suena lejos

callada y pesada

en un cielo oscuro

Agua sal. Rocío lento del cuerpo.Sobre los muslos de la sombra, bestia sin aliento. Huevo rosa. Niña sin dientes de arena. Bestia oscura de sol. Viento sin eco, piel de perfume se ablanda. Carne agua besa la tierra. Perlas sobre la luz del hueso. Cuerpo mojado de luz, de agua oscura.

Orgia de estrellas pecho purpura. Cielo que lame carne de los rostros. Astros atroces, distrofia de luz, de eco en la voz del musculo palpitante. Esferas fuego del agua dulce. Cisnes huecos de instinto tierra, en la sangre coagulo del barro costra. Asnos reliquia de pupila gruesa, asnos danza de hierba. Tierra tambor de cuero repica las sombras, estrellas sin cuerpo llueven su música de luz sobre la boca abierta.