La sal en la carne de la bestia: hay silencios de agua. En la noche apretada del verano, el buey es una roca del tiempo. La cizaña se alza encima de los pies del polvo. Caen duros los cuerpos de fruta. La miel se pudre en los ojos del monte húmedo. Sombra recortada del pino sobre los hombros de una niña quieta. Las bestias sin voz esconden el lomo en la hierba. El cielo, fosa oscura, se traga la huella de la carne en la tierra.

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