El mármol de los huesos y el cuero
Bendicen al pie del árbol
El otoño que cae lento
Como una lluvia fina
Sobre la sombra de la carne
Esta bestia que yace
Fue una vez
Hombre o venado
Los pelos y los huesos
Son espejo de lo tierra y nada más
Somos corderos del tiempo
No existe una pausa entre el latido
Y la inmovilidad del músculo.
El horizonte se recorta lejos
Porque termina en la mirada
De cada hombre
De cada ave que se baña en el cielo.
Las raíces que hieren la tierra
Crecen hasta la piedra
Y luego secan sus venas
Son memoria de la luz
Cada cuerpo carga su carne
Sus vástagos
Sus sombras
La muerte es múltiple
Mueren la piel y la sangre
Mueren los ojos y la boca
Cesa el color y la tibieza
Cae el silencio del cuerpo
Existe el final
La disolución
Que se suspende en la tierra
Se congela con el frío del recuerdo
Es el eco del agua que cae por siempre
Es la sombra luego de la luz
El hueso enterrado en el cuerpo
El calor de la carne luego de la muerte.
Tefi, en qué andás? Quiero leerte! Marimé
Sin forma hay color
las alas del ave, la bestia en la carne
los huecos del tacto, la luz sin espinas.
Detrás del silencio, siempre un aullido
El agua sin luna, la tierra respira
hojas tras hojas de frutos y ecos
las bestias achican el lomo en la piedra
el sol sin azúcar, el labio del pecho
En música de río se lavan los huesos
el nácar de la carne
la espuma de los sueños.