Como el árbol de otoño

Llevo mi frente sin nombre

No até mi cuello al yugo del tiempo

Dejé el vientre limpio

Para los lagartos

Que estiran sus cuerpos alrededor del mío

Me pregunto si estoy sola

No hay una espera más íntima

No existe el espacio infinito de tu recuerdo

O mi lamento

Como una liebre huérfana

Hay una insinuación entre los párpados

De huir hacia la luz

Hacer más leve el roce de la culpa

Son las manos del invierno entre los muslos

No hay un solo recuerdo sin rechinar los dientes

La cabeza inclinada para esperar el santo azote

Esa era la misa de los días

La misericordia de la carne

amar la carne

Besarnos el cuerpo

limpio de ropas

Desatar un infierno en el silencio del goce

No hubo nunca fuego más suave y tibio

Casi un hielo entre la lengua y la esperanza de la memoria

Pero debajo del cuerpo que cae y hiere

siempre hay una huella

La marca del peso

La resistencia de la piel que se estira

Como un cordero sin sol  me ofrecí para el sacrificio

Besando mi  cuello hundieron las uñas

Hasta donde la sangre rabiosa se libra de las venas

Y me dormí en el mármol frío

Donde las luces nuevas señalan el fin de la tarde

2 comentarios en “

  1. hermoso todo lo que escribes… se nota que cada una de las palabras te salen del alma… a mi tb me encanta la escritura y la poesia y en mis ratos libres me gusta recorrer blogs en busca de talento y el tuyo me ha maravillado
    felicitacionees
    saludos

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