qué es lo que llora la noche

el recuerdo de la fruta madura

la carne bajo la tierra,

el agua que no marca las piedras.

la noche llora su monte

la hilera infinita de árboles sin nombre

los pasos sin luz de las bestias cansadas

la sombra del alma de hombres sin boca.

la noche llora su luz, su silencio,

la noche llora en colores infinitamente negros

en bestias diminutas,

en huellas sin calor,

en monte vacío sin eco,

ni fondo

ni voz.

 

 

Extranjera.

En esta tierra marcada, áspera

donde las bestias no existen,

soy lo que soy

ni carne, ni tierra, ni luz, ni agua

una sombra sin hueco, sin calor, sin forma

y la carne de fruta

y la música de monte

y los pies de los pinos

eso está, en otra tierra

otro cielo

en otras bestias, otros lomos

el hueso de esta tierra, es sin carne

es sin luz, sin música

soy sin ser

noche sin silencio

agua sin sed

extranjera.

 

las bestias no perdonan a la luna la luz

la tierra no se abre al agua de lluvia

la carne no olvida

el tiempo no lame

las heridas,los colores

los recuerdos, y las sombras

como el sol, el ave se incrusta en el horizonte

como el mar, la ola se repite en su sal

como el hueso, el músculo se sostiene en la sangre

y la luz

y el silencio

y el olvido

Pimera primavera

Gota de sombra

hueca

sobre la tierra

sal  lame la lluvia

cal horada la carne

besa la luz del hueso el silencio del cuerpo manso, la bestia echada en su peso,  la mano sin horizonte, los ojos sin luna en la noche, la voz que no recorta el aire, el hombre que no se recuerda, la fibra sin músculo tibio,

miel de la fruta en el monte, risa,

risa, de niños,

risa sin eco y sin nombre.

Flor que brota sin dios, sin aire, sin sol, sin tierra,

Madera que huele a semilla,  a monte, a sol, a luz quieta,

Agua que besa la tierra, los nidos, el pino, la colmena,

Gota de luz

honda

bajo la piel del monte

la miel sana el silencio

la miel sana la tierra

 

 

 

Gota hembra cae del silencio,

tierra sin hueso y cristal

río seco se inunda en el hueco,

madera sin raíz y sal

La cal de la luz en los huesos,

la espuma del aire en la boca

la piel que la sombra no toca

los ojos del venado seco

Ave hembra cae del cielo ,

agua sin nombre y calor,

bestias sin sombra en la niebla

roca hueca blanda sin sol

El silencio de alma del monte

el perfume del viento en flor

el agua que la sangre esconde

la tierra de carne sin color.

 

 

 

Sin forma hay color

las alas del ave, la bestia en la carne

los huecos del tacto, la luz sin espinas.

Detrás del silencio, siempre un aullido

El agua sin luna, la tierra respira

hojas tras hojas de frutos y ecos

las bestias achican el lomo en la piedra

el sol sin azúcar, el labio del pecho

En música de río se lavan los huesos

el nácar de la carne

la espuma de los sueños.

 

El mármol de los huesos y el cuero

Bendicen al pie del árbol

El otoño que cae lento

Como una lluvia fina

Sobre la sombra de la carne

Esta bestia que yace

Fue una vez

Hombre o venado

Los pelos y los huesos

Son espejo de lo tierra y nada más

Somos  corderos del tiempo

No existe una pausa entre el latido

Y la inmovilidad del músculo.

El horizonte se recorta lejos

Porque termina en la mirada

De cada hombre

De cada ave que se baña en el cielo.

Las raíces que hieren la tierra

Crecen hasta la piedra

Y luego secan sus venas

Son memoria de la luz

Cada cuerpo carga su carne

Sus vástagos

Sus sombras

La muerte es múltiple

Mueren la piel y la sangre

Mueren los ojos y la boca

Cesa el color y la tibieza

Cae el silencio del cuerpo

Existe el final

La disolución

Que se suspende en la tierra

Se congela con el frío del recuerdo

Es el eco del agua que cae por siempre

Es la sombra luego de la luz

El hueso enterrado en el cuerpo

El calor de la carne luego de la muerte.

Como el árbol de otoño

Llevo mi frente sin nombre

No até mi cuello al yugo del tiempo

Dejé el vientre limpio

Para los lagartos

Que estiran sus cuerpos alrededor del mío

Me pregunto si estoy sola

No hay una espera más íntima

No existe el espacio infinito de tu recuerdo

O mi lamento

Como una liebre huérfana

Hay una insinuación entre los párpados

De huir hacia la luz

Hacer más leve el roce de la culpa

Son las manos del invierno entre los muslos

No hay un solo recuerdo sin rechinar los dientes

La cabeza inclinada para esperar el santo azote

Esa era la misa de los días

La misericordia de la carne

amar la carne

Besarnos el cuerpo

limpio de ropas

Desatar un infierno en el silencio del goce

No hubo nunca fuego más suave y tibio

Casi un hielo entre la lengua y la esperanza de la memoria

Pero debajo del cuerpo que cae y hiere

siempre hay una huella

La marca del peso

La resistencia de la piel que se estira

Como un cordero sin sol  me ofrecí para el sacrificio

Besando mi  cuello hundieron las uñas

Hasta donde la sangre rabiosa se libra de las venas

Y me dormí en el mármol frío

Donde las luces nuevas señalan el fin de la tarde

Herida de la sombra sobre el monte del cuerpo. Lamer las llagas con el viento del norte. Un árbol caído se hincha de hormigas oscuras. Cielo poblado de luciérnagas sin canto. Vientres de luz, animal ciego. Manos sobre tierra húmeda de noche. Tren de nubes grises sobre el río quieto.
Besar el agua bebiendo con manos y piernas desnudas.

La sal en la carne de la bestia: hay silencios de agua. En la noche apretada del verano, el buey es una roca del tiempo. La cizaña se alza encima de los pies del polvo. Caen duros los cuerpos de fruta. La miel se pudre en los ojos del monte húmedo. Sombra recortada del pino sobre los hombros de una niña quieta. Las bestias sin voz esconden el lomo en la hierba. El cielo, fosa oscura, se traga la huella de la carne en la tierra.